fascitis plantar

QUÉ ES

Es la inflamación o degeneración a causa de microtraumatismos de repetición de una estructura llamada fascia que está situada en la planta del pie, de la cual tenemos que hablar para poder entender las causas que provocan esta lesión cada vez más frecuente y normalmente recurrente.

La fascia plantar finaliza su recorrido en los dedos del pie y se origina en la parte inferior del hueso calcáneo (talón) desde donde se conecta con el tendón calcáneo, el cual seguramente te suene más si le llamo tendón de Aquiles, que a su vez conecta con el tríceps sural (sóleo y gemelos) a quien le traslada tensiones y sobrecargas, que se reparten por toda la cadena posterior hasta incluso glúteos y cuadrado lumbar.

El tejido que forma la fascia es muy denso, compuesto por fibras de colágeno superpuestas de forma transversal que le aportan gran resistencia, necesaria para absorber los impactos diarios a la que se ve sometida (caminar, correr, saltar). Por lo que estamos hablando de una estructura, que, aunque parezca pequeña, es muy potente, y si se encuentra en buen estado nos producirá un gran beneficio. Pero si por lo contrario se encuentra acortada, irritada o inmersa en un proceso degenerativo en algunas ocasiones, nos resultará difícil devolverle rápidamente sus propiedades tan características.

POR QUÉ TENGO FASCITIS PLANTAR

Hay varios factores que predisponen a que tu planta del pie esté en un estado de pretensión el cual favorece la aparición de este tipo de lesiones.

  • A esto le llamamos factores estructurales. Factores internos de tu cuerpo.

Como la forma que tiene tu arco plantar. Así pues, un pie cavo es el resultado de una fascia rígida y el pie plano, el de una fascia distendida. Lamentablemente, las dos opciones son lesivas.

Falta o exceso de movilidad en articulaciones del pie principalmente, pero también de la rodilla o cadera.

Atrapamiento de la rama calcánea del nervio tibial posterior. En ocasiones el nervio puede quedar atrapado o irritado por mala movilidad articular o exceso de tensión muscular y además de tratar esto, hay que tratar al propio nervio con movilizaciones para destensarlo y reducir esta mecanosensibilidad.

La aparición de un espolón calcáneo, que no es más que la consecuencia de tracciones repetitivas sobre la inserción de la fascia en el talón, que acaba calcificándose, perdiendo por completo su elasticidad y capacidad de repartición de tensiones hacia otras estructuras.

-¿Esto quiere decir que si tengo fascitis plantar mi problema esté en el pie?-

No necesariamente y esto es importante que lo entiendas, ya que, como te introducía antes, puede haber limitación de movimiento de la fascia a nivel de la pierna, muslo, glúteo o incluso espalda, como restricciones articulares y musculares que el/la fisioterapeuta debe valorar y buscar el origen del problema.

  • Por otro lado tenemos los factores mecánicos o externos.
    Como pueden ser:

Un tiempo prolongado en bipedestación, correr en superficies duras durante mucho tiempo y días consecutivos, cambio de calzado repentino o con una suela muy plana y rígida.

En deportistas, por uso de zapatillas inadecuadas para vuestros pies. Sea por el tipo de suela, o por el apoyo que le proporcionan al arco plantar, o por necesidad de uso de plantillas.
Desde aquí os animamos a que consultéis con un profesional antes de cambiar o comprar por primera vez unas zapatillas, sea a podólogos, fisioterapeutas o entrenadores especializados en carrera.

CUÁLES SON LOS SINTOMAS MÁS HABITUALES

  • Dolor en el talón, y/o en la planta del pie, habitualmente cerca del centro, que puede aparecer repentina o progresivamente, que es peor por la mañana y mejora cuando la estructura comienza a calentarse, es decir, al caminar durante un rato.
  • Al finalizar el día el dolor empeora, sobre todo si se ha estado mucho tiempo de pie, o se ha hecho una actividad física que requiera correr o saltar
  • El dolor es espontáneo. No eres capaz de asociarlo a ningún golpe o lesión pasada.

Así tendremos un cuadro de dolor e impotencia funcional, rigidez articular e incluso escozor o quemazón en la planta del pie.

TRATAMIENTO FISIOTERAPÉUTICO Y OBJETIVOS

Los objetivos fundamentales en la fase aguda de la lesión es aliviar el dolor y restablecer la función, movimiento, flexibilidad y fuerza normal del pie y/o estructuras que lo necesiten, que se verán reflejadas en la valoración fisioterapéutica.

Cada paciente tiene unos síntomas y necesidades diferentes, por eso es muy importante que la valoración y tratamiento sea especializado dependiendo de cada caso, si no, nos podríamos quedar con un tratamiento limitado que no cubra el origen primario de tu lesión, causando recaídas continuas y cronificando la lesión.

¿HAY ALGO QUE PUEDA HACER COMO PACIENTE PARA RECUPERARME CUANTO ANTES?

¡Claro que sí!

Recomendaciones para la fase inflamatoria

Cambiar el calzado por uno que sea muy cómodo, que proporcione buen apoyo y amortiguación.
Disminuir la actividad física en cuanto a caminar y cualquier actividad que produzca microtraumatismos en la zona afectada. Esto no quiere decir que haya que guardar reposo. Solamente hay que cambiar la actividad deportiva, sustituyéndola por ejemplo por natación, ciclismo, pilates, yoga y en el gimnasio evitar actividades con saltos y trabajar en la elíptica o en máquinas para trabajar la fuerza muscular de tren superior.

Para aliviar el dolor, puedes colocar en el calzado una talonera, que te descargará sobre todo, tensión en gemelos y tendón calcáneo. No es recomendable usarla durante muchas semanas porque provoca acortamiento de la parte posterior de la pierna. Solo la usaremos si el dolor es muy agudo.

Ejercicios para bajar el dolor y aliviar la tensión de la fascia

  • Varias veces al día, rodar bajo la planta del pie, hacia adelante y hacia atrás una botella de plástico con agua congelada durante aproximadamente 10 minutos.
  • Realiza un “automasaje” con una pelota de tenis o similar. Realiza pases desde la base de los dedos hacia el talón que cubran toda la planta del pie, y en zonas donde encuentres dolor o incomodidad, permanece un rato con la pelota en ese punto hasta que se alivie. Se recomienda hacer esto varias veces al día también.
  • Los estiramientos de larga duración pero de poca fuerza de toda la musculatura posterior de la pierna son tu gran aliado.

Autoestiramiento de la fascia plantar
Agarramos con una mano el talón del pie y con la otra la base de los dedos, y tiramos de éstos hacia atrás. También podemos conseguir este estiramiento apoyando los dedos en el suelo, con las rodillas flexionadas, y con nuestro cuerpo hacer una fuerza hacia el talón, como si nos quisiésemos sentar en ellos. Mantenemos durante 40 segundos.

 Estiramiento de gemelos
Sin levantar el talón a trabajar, lleva todo el cuerpo hacia delante, hacia la pared. Encuentra la tensión en la zona posterior de la pierna y mantén durante 40 segundos. Yo te recomiendo que lo hagas todas las veces que quieras. Cuantas más veces, mejor.

Estiramiento de sóleo
Doblamos la pierna contraria en el suelo y acercamos la pierna a trabajar como si te atases los cordones de la zapatilla. El talón de la pierna que quieres estirar tiene que estar lo más pegado al glúteo posible y pegado al suelo. La rodilla muy flexionada y el peso de tu cuerpo hacia las puntas de tus pies, es decir, hacia adelante.
Cuanto más coloques el talón hacia atrás (zona glútea) y tu cuerpo más hacia delante (dedos de los pies), más notarás el estiramiento. Recuerda: ¡Sin levantar el talón del suelo!
Mantenlo durante 40 segundos

Estiramiento global de la cadena posterior
Tumbado en el suelo con una esterilla debajo o una alfombra, coloca tu pelvis lo más pegada posible a la pared y estira las piernas. Coloca tus talones en la pared en flexión dorsal (los pies miran hacia tu cabeza) e intenta relajar tus piernas poco a poco para que se peguen a la pared lo máximo posible. Relaja tus brazos a los lados de tu cuerpo con la palma de la mano hacia arriba y mantén esta posición durante 7-10 minutos.
Este es un estiramiento de muy larga duración pero de muy poca fuerza. A medida que notes que tus piernas se destensan, intenta estirar del todo las rodillas sin perder el resto de la posición de tu cuerpo (la pelvis siempre pegada a la pared).
Si no notas mucha tensión, puedes hacer presión con tus talones hacia la pared en intervalos de 5 segundos, durante 3 ciclos, y al acabar, intenta estirar tus piernas un poco más o simplemente mantén la posición:
5 segundos de activación muscular presionando la pared – 5 segundos de descanso manteniendo la posición pero sin hacer fuerza – 5 segundos de activación – 5 de descanso – 5 de activación – ampliamos estiramiento globalmente desde las rodillas o mantenemos posición si ya no podemos estirar más.

CONSECUENCIAS DE UN TRATAMIENTO TARDÍO O NULO

Cuando aparece el dolor hasta 3 semanas después nos encontramos en la fase aguda de la lesión. Hay mucho dolor e inflamación y aquí es donde tiene especial importancia una rápida actuación por parte de fisioterapeutas y médicos. Unos aplicando terapias manuales y ejercicios y otros con la prescripción de antiinflamatorios y pruebas complementarias para verificar la lesión (cuando no haya un cuadro claro).

Pasada esta fase, si no se toman medidas, comienza la fase crónica.

Entramos en un proceso degenerativo del tejido que forma la fascia, con una alteración en la reparación cicatricial y con formación de fibrosis, sin elasticidad ni resistencia, que incrementa exponencialmente la recaída del paciente en la misma lesión. Se puede cronificar desde 9 meses a un año.

Recomendaciones para la fase crónica

  • Vamos a sustituir el agua congelada de la botella, por agua caliente. El resto del ejercicio lo mantenemos igual.
  • Recomendamos mantener el ejercicio de la pelota y los estiramientos.
  • Visita a un podólogo. Cuando pueda haber un origen biomecánico.
  • Tratamiento con EPTE (Electrolisis Percutanea).

Si el dolor persiste, vuelve a acudir a tu médico. Quizás el facultativo tenga que variar el tratamiento de antiinflamatorios a corticoides, o se valore la aplicación de otros tratamientos (cosa que puedes comentar con tu fisioterapeuta), o incluso la posibilidad de someterte a cirugía, aunque desde un punto de vista fascial no se recomienda en absoluto, ya que al penetrar en el tejido de manera invasiva y cortarlo, se crean aún más adherencias y fibrosis.
Todo depende de la capacidad que tenga tu cuerpo de cicatrización. Esto significa que, si produces rápidamente fibras de colágeno para cicatrizar, será más difícil darle manualmente flexibilidad al tejido, porque rápidamente se pone tenso y es imposible moverlo. Si por el contrario, tu cuerpo tarda un poco más en producir estas fibras, como fisioterapeutas, tenemos más tiempo para prevenir una cicatrización incorrecta del tejido.

Y para finalizar…

CÓMO EVITAR RECAÍDAS

Cuando la inflamación desaparezca lo apropiado es realizar un estudio biomecánico que nos ayude a saber por qué se ha producido ese exceso de tensión, corrigiéndolo en la medida de lo posible con ejercicios de reeducación postural, estiramientos globales, órtesis, plantillas y autocuidados que el paciente deberá practicar por su cuenta.

Volvemos a insistir en la importancia de un trabajo multidisciplinar que englobe a varios profesionales de la salud, como son los médicos, podólogos y fisioterapeutas. Además, claro está, de la colaboración del paciente siguiendo las recomendaciones y ejercicios que se pauten para su más pronta recuperación.

Por LARA PACIOS, fisioterapeuta Colegiada núm. 13.203

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